Un día, mi papá no va a poder dejarme sin postre, ni siquiera cuando me haya portado mal. Porque cocinaré los postres yo mismo: voy a ser un pastelero famoso. Y no me va a importar que mi mamá no me cuente un cuento antes de dormir, porque un día aprenderé a leer. Voy a entender todas las palabras, hasta las más complicadas como "metamorfosis" y "fantasmagoría". Ah, y por si queda alguna duda, voy a ser yo el que escriba los libros.
Nos acerca con humor a la mirada idealizada del mundo adulto que suelen tener los niños y las niñas.