Los ríos se han secado, los casquetes polares se han derretido y las últimas reservas de agua están en manos de quienes pueden pagar el precio. Incluso hay multas por derrocharla. Pero en la clase de Vera hay un chico al que no parece preocuparle esa posibilidad: un día llega bebiendo agua y tira las últimas gotas a la tierra ardiente. Yo tengo mucha, explica. Poco después, desaparece y todo indica que no por voluntad propia. Será entonces cuando Vera y Will se embarquen en un peligroso viaje