El corazón de las tinieblas recoge parte de sus experiencias a bordo de un barco de vapor en el río Congo. Las enigmáticas últimas palabras de Kurtz, «¡El horror! ¡El horror!», nos hablan de dos de las grandes preocupaciones del autor: los excesos de la colonización europea en África y la amoralidad intrínseca del ser humano.
A partir de la confrontación del hombre blanco con el mundo primitivo, que es descrito como aterrador, el autor forma un reflejo lúgubre de la existencia humana y una de las representaciones más oscuras del colonialismo europeo en la literatura.