Gabriela siente que ha perdido por completo el control de su vida. Convencida de que lo que necesita es un cambio radical, decide «cruzar el charco» para instalarse de nuevo en Madrid, su ciudad natal. Allí comenzará de cero: nuevo hogar, nuevo trabajo, nuevos amigos; y redescubrirá ciertas cosas que creía olvidadas, incluido a su viejo amor de adolescencia con el que tendrá que lidiar mientras trata de reencontrarse consigo misma y descubre que los sentimientos vienen sin etiquetas.