La originalidad narrativa de Barron logra que las situaciones y personajes de la novela nos resulten más cotidianos y reconocibles cuanto más delirantes o incluso fantásticos nos los presenta. Nunca la impresión del lector es de extrañeza sino de reconocimiento, de complicidad, porque el motor de la imaginación de Barron se alimenta de lo que sucede en plena calle...
Lo bueno de escribir un libro como este es que luego lo leerán tus amigos, la gente que te quiere. Y entonces dejaran de quererte. Que alivio...