La injusticia y la soberbia de un gobernador ponen en peligro la estabilidad de una región del imperio austríaco y desatan una rebelión social al mismo tiempo que crean, sin proponérselo, un héroe nacional: Guillermo Tell, un padre que, violentado en sus creencias, decide hacer justicia con sus propias manos.
Esta obra clásica del teatro romántico alemán sigue siendo actual en cada una de sus palabras, cuestionando las arbitrariedades políticas tanto como el derecho a impartir justicia por mano propia. Símbolo de la justa defensa, de la lucha por los nobles ideales, de la rebelión contra los tiranos, Guillermo Tell es un ícono de la libertad.