¿Dónde quedó nuestro niño perdido? ¿Dónde aquella inocencia y candidez que se fueron opacando con el tiempo, al volvernos adultos?. Carlos Romano construye una metáfora en la que intenta reencontrar al niño que fue, invitándonos a recobrar la alegre temeridad, el fresco desamparo, el fluir de la vida que aún permanece contenido en nuestro interior, debajo de la pátina del tiempo.
Un libro que nos lleva a reflexionar sobre los valores esenciales de nuestra vida, emprendiendo la búsqueda de aquel niño que llevamos dentro, que para muchos se perdió sin darnos cuenta.